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EFECTOS SECUNDARIOS DEL SEXO TÁNTRICO

¿Práxedes R.? Sí, sí recuerdo. Entró en mi consulta educadamente, se sentó en la butaca y rápida y nerviosamente comenzó a detallar los síntomas: náuseas matutinas, pechos doloridos, removimiento de tripas, somnolencia inusitada, mayor sensibilidad olfativa. Me molestó realmente, me molestó que un paciente intentase dirigirme a un diagnóstico sin tener ni media de medicina. Recuerdo que pensé “¡vaya por dios! otro embarazo histérico”. Así que no pude soportar la mirada interrogante de Práxedes y le extendí una orden de analítica de sangre ordinaria: glicemia, colesterol, triglicéridos… y que no volviera por la consulta hasta tener los resultados, sabiendo como funciona la casa pensé que entre una cosa y otra pasaría un mes y medio, a lo que cabía añadir que yo justo habría iniciado mis vacaciones en Begur.

El mismo día que regresé de vacaciones, allí estaba Práxedes, en la sala de espera, era la primera visita. Me hice esperar un buen rato, me puse la bata, di instrucciones diversas a la secretaria y a la enfermera, realicé un par de llamadas personales, hice pasar al comercial de los laboratorios que más …, hasta que “bueno, que pase la primera visita”. Práxedes sacó de la bolsa del Mercadona las analíticas y carraspeando añadió que los síntomas persistían e incluso había alguno a añadir ¡lo que faltaba! en la primera micción matutina se tiraba más pedos de lo acostumbrado, ya no eran dos, eran de cuatro a cinco, y cuando pasaba al lado de la churrería del barrio el olor le resultaba insoportable, le provocaba arcadas y que, por lo general, vomitaba en el alcorque del primer árbol pasada la churrería.

Ojeé los resultados de la analítica y todo estaba correcto, así que le dije: mire Práxedes, todo está bien, podemos hacer alguna prueba más pero puede ser estrés... Su petición me sorprendió, que le hiciera una prueba de embarazo, meneé la cabeza pero intuí que Práxedes no saldría de mi consulta sin el volante de la prueba de embarazo, así que desistí de discutir lo absurdo de la situación y se la expendí.

Al cabo de la semana apareció Práxedes, con una sonrisa radiante, felicísima y me espetó con tono entre risueño y rintintinoso “doctor, estoy embarazado”. Le quité de un zarpazo el papel de la mano, efectivamente aparecía “Positivo” en hCG. Inaudito. Y continuó Práxedes: lo ve doctor yo estaba en lo cierto, estoy embarazado. Aclaré la voz y contesté: Práxedes, es que no es normal ¿un hombre embarazado? ¿cómo…? ¿cómo…? ¿y el padre…? No, no hay tal padre, me contestó Práxedes. Mire Práxedes no me tome el pelo, ahora no vendrá con sandeces del tipo por obra y gracia de dios. Le digo que no. Entonces... ¿se ha inseminado... y cómo...? No hombre, que no. Pues dígame… Repentinamente mudó el color de la cara y preguntó: ¿por dónde voy a parir? COMPARTIR:
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