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NÚM. 2806: PARIDORA OBSOLETA

Annette dejó la bolsa y el paraguas en la silla, al lado de una de las ventanas que se abría al lago Vévey coronado de montañas nevadas que, al mediodía, resplandecía diamantes que se elevaban hasta deslumbrar. Este reuma me matará, una sopa, quiero una sopa bien caliente y espesa, veamos qué hay para elegir, no hay demasiada cosa, no, no hay como comer en casa, sí, ésta de pollo, me irá bien para los huesos, y más con la humedad que cae. Annette rinco-ranco llevó el plato de sopa a la mesa. No sé dónde tengo la cabeza, los años te juegan malas pasadas Annette, la cuchara, no tengo cuchara, y ya me dirás cómo tomo la sopa sin cuchara, estas piernas, ay estas piernas que me matan, pero, pero, qué hace ese desvergonzado, ¡sinvergüenza! ¡se está comiendo mi sopa! y míralo fresco como una rosa, negro tenía que ser el delincuente, Annette, ánimo que se va a enterar... Annette se sentó delante del comedor-de-sopas-ajenas y sin mediar palabra comenzó a comer sopa del mismo plato que el hombre, con un hambre y una furia que dejaba el alma, aquella era su Revolución silenciosa y singular que sin duda haría que aquel ladrón-de-sopas-de-ancianas se percatase que cometía el peor crimen de la tierra. El comedor-de-sopas come que comerás sin inmutarse, Annette lo asesinaba con la mirada, pero el fresco continuaba comiendo sin pestañear. El plato de sopa se vació, el descarado se levantó y se despidió de Annette, adiós señora. Annette estaba al borde de chillar, policía, policía, el jeta se mofaba de sus canas. Annette había perdido el apetito y solo deseaba volver a casa, darle de comer a su pobre Miu-miu, pobrecillo tan cariñoso y tan viejito, no dejaré que ningún gato se beba tu lechita. Se levantó con esfuerzo y apoyándose al respaldo de la silla buscó, dios, el bolso, el paraguas, me los han robado, ay señor, tengo la negra, las llaves de casa estaban en el bolso ¡Agente! ¿dónde hay un agente? Miu-miu no sufras que Annette ahora viene ¡agente! ¡agente! nunca están cuando los necesitas, pero, pero, aquel bolso de ahí, aquel paraguas, aquella sopa encima de la mesa, parecen los míos. Annette con un cohete en las piernas-carquiñolis se acercó dos mesas más allá de donde estaba. Mi Bolsa, Mi Paraguas, Mi Sopa, entonces ¿la sopa que he comido...? ay pobre señor, qué bien educado, habrá pensado que chocheo, seguro. COMPARTIR:
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