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EL CAUTIVO DE BORGES CONTESTA A BORGES

Querido señor Borges,

Usted preguntó qué sentí en aquel instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron.

Sentí unas manos que atenazaban mi garganta, y un desmayo en los ojos, y un sudor frío en las sienes.

Recordé la joven mujer de blanco almidón. Olí la leche de sus senos, oí el crujir de sus faldas, oí, también, la nana añorada que arropaba mis sueños.

Sabe, marché porque no reconocí la dulce mirada de mi madre y no pude soportar la opacidad de sus ojos. Marché porque no quería despedazarla, yo, su hijo intruso. Pero me lleve el cuchillito de mango de asta.

Atentamente le saluda,

El Hombre del Monte de Luna COMPARTIR:
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